Por muy nublado que amanezca, la luz que llevamos dentro está ahí, presente en cada acto que
llevamos a cabo.
Sin duda alguna, creo firmemente en que cada persona brilla con luz propia, sin más.
Sin ser más o menos que las demás personas. Su luz puede ser chiquita o grande, inmensa y poderosa o tenúe y suave.
La misma fuerza que acompaña la llama hace también que sea más autoempoderador para cada quien.
La luz, las velas, los atardeceres...
todo ello conforma toda la grandeza que hace que las cosas más sencillas sean las más valiosas en mi vida.
En este caminar cotidiano, hazlo con tu candela encendida:
otr@s brillarán con tu luz, otr@s te alumbrarán el alma con suavidad o arrebato.
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