jueves, 10 de octubre de 2019

CONECTA CON LA VIDA

A diario, las historias de vida, duras historias,
son escuchadas en cientos de despachos de psicología, psiquiatría,
educación social, trabajo social...
todas esas historias están relacionadas entre sí:
la pérdida de ilusión, de conexión con la vida, de ganas de pelear y luchar.
  
 
A diario y por distintos motivos, esos despachos
se llenan de escucha y de acogida,
de consejos o sugerencias o de ideas para mejorar.
A diario, se habla de las voces que escuchan,
de la pena que sienten y de su apatía o tristeza,
de la falta de comprensión sobre su trastorno, del miedo al rechazo,
del temor de no ser comprendid@s,
de la falta de empatía.
A diario, tratamos de conectar con la vida.
Seamos o no pacientes, seamos o no profesionales.
Conectar con la vida y tener motivos para vivir,
para pelear y vibrar,
para luchar por esos sueños que
quizá tuvimos y no pudimos buscar y construir.
 
 
Sentir que la vida es un lastre es una sensación que recojo a diario.
Me apena, me entristece.
Pienso siempre que hay que buscar la manera de que la salud mental,
los trastornos mentales se normalicen y aceptemos esas diferencias y diversidad funcional
que tod@s, lo sepamos o no, tenemos.
En nuestro entorno,
cuando la gente nos parece rara o extraña utilizamos el adjetivo loc@ a la ligera.
Sin saber realmente si esa persona se haya sentido
en esta situación de identidad asignada alguna vez.
Podemos hacer tanto daño con nuestra falta de cuidado, de empatía y de buen trato.
Por eso este año se habla del suicidio,
me parece necesario y urgente hacerlo.
Hay tanto que mejorar en la intervención,
tanto que crear aún conjuntamente con los propios diagnosticados como enfermos mentales.
 

Mi experiencia en el EASC partía de ahí precisamente:
cuáles eran sus objetivos, no los míos.
Veamos si junt@s los alcanzamos.
Me acuerdo de la fotógrafa, de la escritora,
de la mujer acomplejada por una mancha en el rostro
y que usaba el hijab para disimular y crear otra identidad.
Me acuerdo del doctor en sociología al que plantee ir al Reina Sofía
porque era lo que en ese momento le hacía ilusión.
Me acuerdo del hombre heavy que se brotó en la Mili y
que siempre siempre estaba acompañado
cuando quedábamos los martes para tomar una cocacola.
Me acuerdo de todos ellos y de todos y todas las que conozco y escucho aquí a diario.
Cuánto por hacer, cuánto por implicar, cuánto aún por conquistar.
Sigamos creyendo que la vida merece la pena.

lunes, 7 de octubre de 2019

AUTOCUIDADO

 
En tiempos difíciles y duros,
es necesario procurarse un espacio de autocuidado,
un lugar en nuestro propio espacio y tiempo para nosotr@s,
para escucharnos, para regalarnos amor propio
y sentir que todo esto pasará también.
A mi me emociona y me empodera caminar.
Y caminar por el barrio me da la vida,
aunque cargue mi mochila llena de útiles para el día que tendré en el trabajo,
no importa, no pesa nada
por todo lo que me recarga por dentro.
De pronto me encuentro en la Plaza de Lavapiés. Sportium y Codere
han hecho de las suyas y
ya ocupan los grandes locales comerciales, la heroína del siglo XXI
se mezcla con las obras en la propia plaza y
con la utopía de la frase de la sede del CDN, que ironía...
 
 
 
Mientras asciendo por Ave María en busca de una Farmacia
con trato humano y sonrisa fácil, desemboco rápido en la Calle del Olmo
que sale airosa hacia el Mercado Antón Martín
donde la gente tranquila y serena compra con gusto buenos productos.
La filmoteca al ladito, me pregunto ¿Cuánto hace que no vienes?
 
 
 
...y sigo subiendo por Atocha, ya el ruido impregna el aire y
los Cabify y Uber adelantan interpridos
a los Taxis que enfadados,
tocan el claxon como si no hubiera un mañana.
 
Al llegar a la esquina de Atocha con Jacinto Benavente,
observo el perfil de las mujeres que venden su cuerpo en este siglo.
Me asusto al pensar que mi poema,
Vendo mi cuerpo,
escrito hace más de 20 años,
cambió de siglo.
Ya no son vendedoras de sexo al uso,
la vestimenta cambió y la actitud también.
Sentadas en las escaleras del antiguo teatro Calderón,
charlan animadas mientras un hombre anciano
les pide precio y conversación,
le ofrecen un cuarteto,
cómicas y con acento caribeño.
 
Probablemente
este rato, este camino de más de dos kms me haya servido para respirar,
para tomar impulso,
para cargarme de energía,
para recordarme quién soy y de donde vengo.
Mi jornada laboral se me hace menos costoso.
Salgo de la Renfe en Sol y me encuentro
con este majestuoso atardecer con la Almudena al fondo en mi calle Mayor...
 
 
 
Y sigo respirando.
Cierro el día, caminando lenta por Miguel Servet,
donde de nuevo el arte callejero
me habla de utopía y de sororidad,
de empatía y de camino,
de lucha y de empoderamiento.
 
 
Será que llegan tiempos mejores
y que a pesar de todo,
la vida nos enseña a aprender todo lo que podemos darle.
Todo lo que somos capaces de superar sin saber que podíamos.
Podemos, claro que podemos,
a pesar del cansancio,
sigamos luchando.
!!1Gracias por este regalo de AUTOCUIDADO, de MADRID al CIELO ¡¡¡