Tímidamente me asomo al año nuevo...despacito, con cuidado, lo tomo entre mis manos y lo acaricio suavemente. Con sumo mimo, respeto y cuidado. Respetando su piel, su textura, su calidez o aspereza. Susurrándole al oído lindas palabras, como si de amor le hablara. Y le hablo de justicia, de belleza, de paz, de sueños, de sosiego y de dulzura. Todas estas palabras se las regalo. Porque las merece. Porque ha de tener valentía, fuerza, coraje y determinación para enfrentarse a la adversidad de este caminar que tiene por delante. Le pido con el mundo el mismo mimo y mesura que tratamos de transmitir quienes creemos en el Arte de lo posible, en un mundo más justo y más humano. Y le pido que camine hacia la UTOPÍA, esa que se aleja y se aleja, y que parece que nunca alcanzaremos, pero que sin duda alguna está más presente que nunca en nuestras vidas y que como Machado decía Se hace camino al andar. Todo lo que hagamos, digamos, sintamos, expresemos, soñemos, amemos o queramos tendrá una consecuencia en alguien o algo.
Tímidamente lanzo al aire el número 13 y deseo, solo deseo, que nos esté trayendo ya cositas buenas y ricas para el alma y para la vida. Al fin y al cabo, un año más por delante y mucho sendero para andar y ser felices. Bienvenido año 13. Con sumo cuidado, te bendigo y abrazo.
Iluminaré mi parte como pueda, con mis palabras y mis versos, con mis actos y mis sueños. Con esta fábricanta de sueños que una vez fui y que ahora estoy volviendo a ser...
(Foto: Callejuela de la Calle Elvira, en la Granada nocturna del verano del 2008)
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