Un solo soplo de vida y de pronto,
todo cambia,
todo se transforma y volvemos a ser.
No son necesarias grandes conversaciones:
una taza de té y una simple sonrisa,
calorcito del bueno para abrigar el alma
y saberse siempre fiel a nuestros principios y verdades,
aquellas que nos han movido el cuerpo
y la toma de decisiones cotidianas.
Un solo sorbo de vida,
de energía renovada y verdadera,
de luz y autenticidad,
hacen que conectemos nuevamente
con la verdadera realidad,
con lo que de verdad importa.
A veces, nos perdemos en lagunas imaginarias
en las que decidimos navegar sin rumbo...
quizá por no querer pensar en lo que nos estamos perdiendo...
quizá por inercia convencional y colectiva.
Es tan sencillo VOLVER,
reorganizar las emociones y volver a abrirnos
en canal a las buenas sensaciones que dan calor a nuestros pasos.
Y nuestros pasos,
nuestro soniquete cotidiano,
vuelve a transformarse cada día,
si le ponemos fuerza y luz a cada tramo en el camino.
Vamos a andar,
con paso firme y seguro,
hundamos nuestros pies en la tierra,
aunque las arenas movedizas remuevan nuestra conciencia.
Un simple soplo de luz.
Una mirada atenta y...remontamos vuelo.
(Mi viaje a Lisboa sigue dejando instantes como éste en mi memoria y las fotos hacen que conecte con aquella hermosa luz y energía. Verano 2009)
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