Avanzamos un poco más cada día, un pasito de más y un fisquito de luz al final. Recojo con el paraguas en forma de cuenco todo lo bello que estos meses estoy permitiendome vivir y sentir.
Me doy permiso para vibrar, para sentir, para sonreir, para fluir,
para reflejar en mi blog todo aquello que me arde por dentro y me empodera el alma. Ahora sí, soy todo lo que quiero. Al menos, estoy en camino.
Con los pies desnudos y zambullidos en el agua serena de mi mar sureño, en mi playa favorita, allí donde nadie me sigue, allí donde solo yo me convoco a mi misma y emerjo de mis propias ruinas...como la "papagaya" que soy, como reconstrucción, como persona en búsqueda y kaminanta inquieta.
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