deseada, querida.
Sin más herramientas que mis manos
para acogerte,
sin más sueños que los tuyos
para enredarte en mi pelo
y en mis anhelos.
Luz empoderada,
poderosa,
construida y anhelada.
Se me hace un mundo
recorrer contigo
esos que nos costaron tanto,
esos que nos dolieron en el alma
y que nos curamos a base de buenos momentos.
Miro atrás y allí te encuentro,
desnuda, con fuerza,
perfecta.
Acogida en mí
para siempre
por esta candela que un día encendiste
y que lucho por mantener agitada,
activa, luminosa,
presente.
Una de mis coplas preferidas, me la cantaba mi madre de niña...
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