domingo, 20 de julio de 2014

MIS PIES DE KAMINANTA

Se pueden plantar y plantear tantas y tantas realidades nuevas como personas pisan el suelo cada día. 
Cada amanecer es una nueva oportunidad para sentirnos viv@s,
para ser mejores personas que ayer, 
para crecer y relacionarnos, amarnos, sentir con el cuerpo y el alma abierto al vaivén de la vida.
Cada vez que piso y siento el suelo bajo mis pies, experimento una serie de emociones que trato de reflejar en mi sentir cotidiano. Estas botas me recuerdan cuando tenía 18 añitos (me quedaban unos días para cumplir) y me fuí al camino de Santiago. Mis pies no resistieron, las ampollas fluyeron solitas como en el mar la espuma de las olas...hice mi propio camino interior. Que bueno fue reconocerme en mi misma, sentir que podía, que aquello era posible. Que otra forma de ver el mundo se estaba asomando a mi corazón. Desde entonces, camino con mis botas y mochila de caminanta siempre abierta a sensaciones, experiencias y personas. Desde entonces, como en el cuento de las dos Tinajas, planto flores con mis pequeñas grietas por las que voy perdiendo mi agua imperfecta. 

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