Linda la vida que nos pone en situaciones duras para que retomemos el camino,
nos hagamos más fuertes y salgamos de nuevo a navegar.
A veces el mar, revuelvo y poderoso, no nos deja siquiera tomar el timón con determinación y hemos de dejarnos fluir con las mareas.
A veces la calma es tal que podemos tumbarnos en la cubierta del barco a dejarnos bañar por la luz del sol y la brisa de las olas.
A veces, nuestro barco está en el puerto, esperando, sosegado, buscando un "no sé qué",
un motivo para salir afuera y abrirse al mundo.
¿ Cómo está tu barco ahora?
Siento que el mio está sosegado, en mitad del océano...
y sin duda alguna, muchas leguas por recorrer y mucho fluir con las olas del mar.
(fOTO: Puerto en la Costa de Estoril-Cascais, Portugal, Verano del 2009)
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