martes, 15 de julio de 2014

CRECIMIENTO

Crecer era lo que cada atardecer sentía en su alma.
No era más que poder fluir con la vida, como cuando el sol se oculta entre los mares y duerme durante la noche, dejando brillar a la luna con todo su esplendor.
Crecer, no podía ser de otra manera.
Sin más, aprendió a volar. Sentía sus alas fuertes y poderosas dandole energia a su cuerpo y a su alma para poder elevar alturas y surcar todos los aires posibles.
Crecía y crecía.  Sin darse cuenta de que su único destino, aquel que el Universo había reservado para él era sencillamente este: VOLAR.

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