El sol amaneció temprano. Dio las buenas noches a la luna y a su séquito de estrellas y constelaciones para brillar por todo lo alto en el cielo, que de pronto, era solo para él. De pronto también se aburrió tanto tanto tanto, que decidió llamar a las nubes porque se sentía solo y sin inquietud. Armaron un juego en un momento: inquietar a la tierra amenazando lluvia. A lo largo del día, se plantearon varias posibilidades, hasta que por fin el viento decidió rebajar un poco el calor veraniego a l@s habitantes terrícolas y así disminuir su agobio dándoles un respiro. Poco a poco las nubes encapotaron el cielo tanto tanto tanto...que ya el sol decidió ocultarse tras una cortina de algodones dulces.
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