Esta entrada comienza abriendo los oídos y dejándonos llevar a donde queramos
por este bello cuento ¡¡
A veces nado contra corriente, lucho por controlar mi propio destino. A veces me hallo sumida en un increíble fluir de emociones que me encanta y me hace a veces perder la cabeza.
Nos pasa como a estas ranas en nata. A veces nos dejamos vencer, nos dejamos llevar por el "Bueno, y qué puedo hacer?)
Hemos de pelear la vida hasta el último suspiro, no dejarnos vencer por los miedos y los temores. Y pelearla a cada segundo, como si al siguiente no contáramos ya con ello.
Eso me digo cada día, merece la pena nadar en la leche, llegar a la orilla, aprender en el camino y seguir adelante, con la mochila de nuevo cargada de nuevas experiencias y de bellos saberes de experiencia vivida.
Aún me acuerdo de su carita: hice un taller de Narración oral en el María Zambrano. Un grupo de unas 12 mujeres valientes confiaron y se dejaron la piel en él.
Begoña, una de las mujeres, buscó este cuento porque se sentía identificada.
Lo bordó y lo gozó al contarlo.
A las demás nos arrancó una lagrima ¡¡¡
Gracias a la vida que me ha dado tanto ¡¡¡
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