No sabíamos que éramos
tan sumamente frágiles...
Tan vulnerables, tan pequeñitos
en un océano de mareas innegables
e impredecibles tormentas.
No sabíamos, desconocíamos
el alcance de un año entero,
eterno,
sin abrazos, sin caricias,
sin consuelo.
Se nos hizo cuesta arriba y después, nos dimos cuenta
de cuánto nos acorralaba
el miedo, los temores,
los destellos del horror,
los temblores de la tierra y
el descaro de los hechos.
Y tú seguías ahí,
interminable, eterno,
permanente y duradero,
como un verdadero regalo
que espera ser desenvuelto.
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