He dejado de contar, de sumar,
de hilar los números que significan sus nombres,
sus vidas, sus cuerpos.
ver cómo tu padre o la pareja de tu madre, la asesina, la degüella, la apuñala.
Imagino que esas imágenes nunca se borran...
Me imagino, lo intento al menos, de niña y visualizo esa escena...
imagino mi trauma, mi miedo, mi dolor, mi rabia y mi odio.
Me imagino cómo deben sentir, cómo sentirán a partir de ahora.
Cómo todo en su mundo ha cambiado para siempre,
de golpe orfandad absoluta y todos los miedos juntos.
No hay derecho.
No hay derecho a que no se haga efectivo el pacto de Estado contra la violencia.
No hay derecho a que nos sigan asesinando, a que un niñ@ se quede sin madre
y en el caso de los peques de Pontevedra, sin abuela y sin tía,
y no hay derecho a que no puedan estar con su abuelo materno...
porque allí sucedió todo.
No hay derecho a que te roben la infancia, los sueños
y que la vida solo te traiga de repente, todas las pesadillas juntas
y todos los monstruos y brujas que no tenías por qué conocer.
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