Rauda,
veloz,
como el paso de los días
en el calendario que se quiere descolgar
despacio de la pared,
la que sostiene mis recuerdos
y mis anhelos.
Rápida la prisa
de quien no mira a su alrededor
de quien no escucha a quien le habla,
de quien no desea más que escuchar
su propia voz.
Loable,
muy valioso
que los días quieran recorrer rápido su descenso
hacia el final.
Más admirable aún estar sujetos a un mañana
que desconocemos
y que vendrá, posiblemente,
plagado de imprevistos.
Igual que en el calendario:
se descuelgan los días rápidos,
sin tregua.
La tregua he de encontrarla en mi camino.
Ciega a veces por las circunstancias,
busco entonces
cómo descolgarme yo
de la pared que me sujeta...
consciente, serena, equilibrista...
en esta noche eterna
aún el faro me alumbra.
(Foto: Faro del cabo de Trafalgar, en los Caños. Cádiz. Septiembre 2010)
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