Siempre lo recordaré.
Era 8 de marzo y comenzaba a trabajar en un sitio nuevo, un lugar en el que, supuestamente, se trabajaba por los derechos sociales...
Me regalaron una flor, un clavel rojo. Por aquella época de mi vida, yo ya contaba con un recorrido personal y profesional en perspectiva de género y cuando pregunté por qué ese regalo, la respuesta fue clara: es 8 de marzo.
Con los años el sucedido se repetía, una vez en un pueblo de la Sierra dinamizando también un 8 de marzo, el alcalde decidió que regalaba un set de maquillaje y costura a cada mujer, mientras que nosotras íbamos a tope potenciando su empoderamiento.
Qué contrariedad para un 8M: maquillaje y costura, belleza y cuidados, gustar y trabajo doméstico.
Es como felicitar el 8M. No está bien enfocado. El día del cáncer o el de las enfermedades raras, ¿acaso felicitamos a quienes reciben tratamiento?
Desde el minuto 1 hemos estado en desventaja.
Un texto de Galeano titulado La Autoridad habla de cómo en la tribu de los Onas y Yaganes, eran las mujeres las que salían a cazar y los hombres quienes cuidaban el campamento, hasta que ellos se hartaron y decidieron asesinarlas, sólo quedaron las recién nacidas... Y los hombres, las hicieron creer que su único destino era servirles y obedecer.
Desde que descubrí el feminismo y desde que sentí que ya lo llevaba tatuado en mi piel, desde que tengo uso de razón, las mujeres han luchado, hoy y siempre.
Así que este 8M aunque no se pueda será 8M en tu trabajo, en tu casa, en tu calle, en tu relación...
Porque cada día lo es.
!! Que viva la lucha de las mujeres¡¡
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