viernes, 14 de agosto de 2020

JUEGO DE NUBES


Discuten las nubes entre ellas.
Yo observo.
Circulo bajo un manto blanco y azul
tras un día de tormenta,
hoy, la mañana amanece firme y celeste....
Se desparrama despacio el firmamento
entre tonos claros y lucientes,
anaranjados y violetas
que anuncian
que el día ya despertó.

La luna anoche fue redonda,
bella y hermosa
reinó sobre un mar bravo
que no cesaba a sus encantos
y que finalmente, se durmió en sus brazos.
Las nubes han jugado todo el día,
han pasado por todos los estados:
mimosas,
violentas,
dulces,
perezosas...
mi cielo favorito será siempre
el que mi abuela bautizó
como Cielo empedrao...
cuántas veces me ha acompañado
mientras conduzco,
¿será su modo de hacerme saber
que ella también me piensa?
Empedrao o no,
las nubes y su juego de amor y abrazos
me fascina siempre
y me hace sentirme flotando,
sin prisa,
en calma
y absoluta relajación.
¿Será que tengo la cabeza en las nubes
o que las nubes no salen de mi cabeza?




martes, 11 de agosto de 2020

...TIEMPO DE AUSENCIAS...

Despierto inquieta,
sobresaltada...temorosa tal vez de amanecer a un nuevo día.
Inquieta por dentro y por fuera,
me tiembla el ojo izquierdo.
Tiempo de quietud y de calma
que no llega a mi cuerpo.
 
(Foto: Mi rincón favorito en la Caletilla, Almuñécar Granada, verano 2014)
 
Sin duda alguna,
este es un tiempo de Ausencias,
de duelos,
Vaivén de duelos infinitos...
Tiempo de ausencias para mí, para tod@s.
Recordar es volver a vivir, sentir, amar de nuevo...
Este verano atípico como lo llaman
será necesario para transitar de estación,
para renovar fuerzas,
para enfrentarnos a lo que nos llegue en otoño...
dicen que no será distinto a la primavera.
Entre tanto,
las fiestas del barrio más castizo de Madrid
se diluyen en el recuerdo
y aún así,
el Santo de Cascorro
 
(Foto: San Cayetano aguarda en el pórtico, la mañana del 7 de agosto 2020) 
 
sale a su pórtico para bendecirnos,
para acompañarnos y seguir recordando a su vecindario fiel
de la vecina calle del Oso
que sigue protegiéndonos y cuidándonos.
 
(Foto: La calle del Oso la mañana del 7 de agosto 2020)
 
Y duelen las ausencias
y duelen mucho los sinsabores que esta pandemia
ha dejado en los cuerpos y las almas,
en las emociones...
Nos hemos llenado de temores.
 
Este verano no pisaré la arena,
la pisaré virtualmente....
 
(Foto: Isla de Ons, tierras gallegas: gracias a Elena Taboada por regalármela)
 

Y ese "El mar te trae y te lleva...."
que siempre recito,
todos los veranos
paseando,
bañándome,
gozando y disfrutando del agua...
lo recitaré aquí,
en el asfalto de los Madriles...
 

(Foto: Liencres, Cantabria: gracias a Virginia Castillo por regalármela)
 
Y así,
ese mar que te trae y te lleva
será de nuevo
mi himno y mi poder,
mi faro y mi guía.
El mar te trae y te lleva y no deja que te quedes....
Será un homenaje a tod@s los que se fueron,
a tod@s los que ayudaron,
a tod@s los que perdieron absolutamente todo
y siguen peleando la vida,
a pesar de los tiempos...
Tiempo de ausencia,
tiempo de recuerdo,
tiempo de lágrimas y de emociones.
 
(Aquel verano mágico en el que todo comenzó...)
 
 
 
 
 
 

 

lunes, 3 de agosto de 2020

NADIE NOS DIJO

 
Nadie nos dijo que la vida era esto:
un sol luciendo todas las mañanas y que nublado
provoca malestares varios y nos baja la tensión,
un mar calmo y bravo a la vez que enfadado,
puede causarnos internos naufragios..
Nadie nos dijo que, a nosotr@s, en el Primer mundo,
una pandemia nos iba a romper el ritmo,
la vida, la salud y los planes.
La vida era esto.
De nada nos sirvió a ti y a mí
planear un hermoso verano
bajo el sol de la Toscana,
con el mar frente a nosotr@s,
desnudos de alma y de sed,
abiert@s a todo lo alcanzable
y llenos de luz y energía.

 
Nadie nos dijo,
que como en las epidemias africanas
o como en las catástrofes naturales que pasan
en cualquier parte del mundo,
también aquí nos faltarían medios
(y no precisamente porque no los hubiera),
que acabaríamos muriendo en pasillos,
que perderíamos a toda una generación
que peleó y lucha tanto tanto tanto
que sin ell@s no seríamos nadie.
 
 
Nadie nos dijo que estaríamos aislados
y bajo estrictas normas
en nuestras casas,
quienes las tenemos,
para evitar el contagio.
Pero nadie nos dijo
que la pandemia sacó lo mejor y lo peor de cada quien,
que la solidaridad y la generosidad brotó
del mismo modo
que surgió
el EGOISMO PANDÉMICO A LA CARTA,
que cada quien se retrató
y que,
cuando nos dejaron suelt@s en la calle,
volvimos a las andadas y que el virus voló,
como no vuela ahora el Metro de Madrid.
Nadie nos dijo que este 2020 mágico que predecíamos
iba a ser el peor año para un país como el nuestro:
lo más triste es que nos sigue doliendo más la economía
que haber perdido tanta sabiduría junta en la generación que cayó por el camino.
Nadie nos dijo que lloraríamos tanto,
nadie nos dijo que la vida era esto:
quizá aún estamos a tiempo de recuperar la esencia,
la lucha por la supervivencia que en todo el planeta
es el pan de cada día.
 
 
Mientras tanto, seguimos aprendiendo
en este verano atípico donde no son necesarias vacaciones
y si las reflexiones.