martes, 28 de abril de 2020

FLUIR

Las lágrimas se agolpan
precipitadas en la garganta. 
Imposible no dejarlas
abrirse paso.
Y permitir que fluyan a su aire, 
en su agua de dudas
y sueños rotos. 


Es tiempo de barbecho 
en este mundo repentino
que, por sorpresa e impuesto, 
estamos vivenciando.
Tiempo de llanto y risas forzadas, 
de ausencias eternas 
y húmedas palabras.


De luces a lo lejos y en el horizonte
que parece no querer llegar nunca. 
Tiempo de utopías y deseos ardientes
que sólo aprenderemos a soñar
si confiamos 
en un mañana distinto y humano. 
Es tiempo de llanto. 
Si. De llanto... 
porque la luz
sólo tiene sentido y significa 
si antes vivió en la oscuridad.


jueves, 23 de abril de 2020

VAIVÉN DE DUELOS INFINITOS


Vaivén de duelos infinitos. 
Despedidas sin abrazos
y lágrimas compartidas.
Ausencias eternas
que jamás sabremos encajar.
Duelos de vida, 
de silencios eternos, 
surcando un mar continuo 
de tristezas calladas. 
Pero habrá que reponerse, 
aprender de lo vivido, 
de lo que hemos perdido 
y de lo que hemos de cambiar 
para volver a caminar. 


Caminar valorando 
a quienes tenemos cerca, 
a quienes demostraron 
estar a la altura 
de estos abrazos 
que no estamos dando. 
Y agradecer el que mutuamente 
nos hayamos preocupado 
creyendo que el apoyo mutuo 
era el motor de este cambio. 
Y volveremos a las calles 
para tomarnos del brazo 
y sabremos que las crisis 
nos hacen siempre más human@s.

Volverá la primavera 
en otro tiempo y estado 
y será dichoso 
hasta lo que nos hacía daño. 
Porque este vaivén de duelos 
que estamos viviendo y llorando 
no dejará a nadie indiferente 
y en cada quien 
habrá de dejar un rastro.


Un destello de luz más claro 
que haga que valoremos la vida, 
que no miremos a otro lado 
cuando desde lugares lejanos 
nos hablen de guerras, epidemias, 
muertes y naufragios. 
Ojalá sea cierto 
que seremos menos egoístas, 
menos mal@s, 
más solidari@s y empatic@s.


Porque 
El día que perdimos la cordura 
no habrá sido en vano, 
si permitimos a la empatia 
caminar a nuestro lado. 




martes, 7 de abril de 2020

EL DÍA EN QUE PERDIMOS LA CORDURA (II)


Sucedió de sopetón.
Como un golpe de brisa.
Como un huracan. 
Como pasa en los cuentos. Poco a poco aquella población, 
aquel pequeño país
en mitad del planeta
que siempre se creyó invencible 
frente a los problemas ajenos y que, en ocasiones despreció a otros que ya lo habían sufrido... 
Porque aquello que había ocurrido a cientos de miles de kilómetros 
no podía sucederles a ell@s también y por eso comenzaron a culparles de su expansión... y despreciaron a la minoría procedente del país de la pandemia, que llevaba años
habitando pacificamente
en aquella comunidad. ..
surgió el clasismo y la xenofobia.
Y antes de que la peste llegara a nuestro pequeño país, ya se habían encargado de malhablar sobre un país cercano que ya lo estaba sufriendo
( desorden y caos fueron los sustantivos)
Pero llegó.
Y no hubo modo de controlarlo.


Faltaba aún una semana para que la primavera floreciera
y fueron obligad@s
a quedarse en sus casas.
(Quienes la tuvieran claro, ese es otro capítulo...)
En un principio, jugaron al despiste y sin miedo,
buscaban la manera de salir a la calle con cualquier escusa
(se les caía la casa encima... tal vez estaban demasiado acostumbrad@s a estar fuera y a no mirar adentro)..
Y bajaban a la calle con el perro como excusa y a comprar alimentos que quizá no necesitaban.
El caso era salir.


Y sucedió que, al principio, sólo perdían la vida aquell@s que habían vivido la guerra y el hambre de una postguerra... Quienes nacieron entre carencias perdían la vida sol@s y sin despedidas...
Y sucedió que empezaron a perder a gente cercana, ya no eran octogenari@s..eran personas jóvenes e incluso niñ@s y empezó a dolerles
en su piel...

Y la piel empezó a temblar y mucho.
Y aparecieron las pesadillas y el miedo lo cubrió todo
con su manto tenebroso.


Y pasaron así, recluid@s más tiempo y tuvieron que convivir
y conocerse más a sí mismos y tuvieron que encarar sus miedos y aprendieron a ser valientes y salieron cada tarde a aplaudir a sus ventanas a l@s verdaderos valientes de esta historia que parecía de ficción...

Y las vueltas que da la vida...
Se habian olvidado, es más,
ni siquiera se habían parado nunca a pensar lo importante que es la sanidad e invertir en investigación,
lo necesaria que es la ciencia
y que un país esté abastecido y que cubra sus necesidades básicas.

Y tuvieron que rectificar y empezar a tomarse en serio estar en casa y cuidar a quienes nos cuidan
para no seguir contagiandonos.

Y llegó la primavera y
la primera luna llena de la linda estación
apareció entre nublados, porque nubosos y tristes eran aquellos días...

Y aprendieron a ver cómo el planeta iba recuperando su ritmo y cómo la contaminación disminuyó y los animales se atrevían a ocupar las ciudades...


Y hubo quien culpo y pasó el tiempo culpando a los demás,
ocupados en bloquear y
no en facilitar la vida.




Y poco a poco la empatia iba ocupando espacios inimaginados, inimaginables...

Y lentamente el miedo
fue conviviendo y
abrazando con mesura a la ternura que poco a poco iban descubriendo...


Yo vengo a ofrecer mi corazón. Mercedes Sosa.