lunes, 7 de octubre de 2019

AUTOCUIDADO

 
En tiempos difíciles y duros,
es necesario procurarse un espacio de autocuidado,
un lugar en nuestro propio espacio y tiempo para nosotr@s,
para escucharnos, para regalarnos amor propio
y sentir que todo esto pasará también.
A mi me emociona y me empodera caminar.
Y caminar por el barrio me da la vida,
aunque cargue mi mochila llena de útiles para el día que tendré en el trabajo,
no importa, no pesa nada
por todo lo que me recarga por dentro.
De pronto me encuentro en la Plaza de Lavapiés. Sportium y Codere
han hecho de las suyas y
ya ocupan los grandes locales comerciales, la heroína del siglo XXI
se mezcla con las obras en la propia plaza y
con la utopía de la frase de la sede del CDN, que ironía...
 
 
 
Mientras asciendo por Ave María en busca de una Farmacia
con trato humano y sonrisa fácil, desemboco rápido en la Calle del Olmo
que sale airosa hacia el Mercado Antón Martín
donde la gente tranquila y serena compra con gusto buenos productos.
La filmoteca al ladito, me pregunto ¿Cuánto hace que no vienes?
 
 
 
...y sigo subiendo por Atocha, ya el ruido impregna el aire y
los Cabify y Uber adelantan interpridos
a los Taxis que enfadados,
tocan el claxon como si no hubiera un mañana.
 
Al llegar a la esquina de Atocha con Jacinto Benavente,
observo el perfil de las mujeres que venden su cuerpo en este siglo.
Me asusto al pensar que mi poema,
Vendo mi cuerpo,
escrito hace más de 20 años,
cambió de siglo.
Ya no son vendedoras de sexo al uso,
la vestimenta cambió y la actitud también.
Sentadas en las escaleras del antiguo teatro Calderón,
charlan animadas mientras un hombre anciano
les pide precio y conversación,
le ofrecen un cuarteto,
cómicas y con acento caribeño.
 
Probablemente
este rato, este camino de más de dos kms me haya servido para respirar,
para tomar impulso,
para cargarme de energía,
para recordarme quién soy y de donde vengo.
Mi jornada laboral se me hace menos costoso.
Salgo de la Renfe en Sol y me encuentro
con este majestuoso atardecer con la Almudena al fondo en mi calle Mayor...
 
 
 
Y sigo respirando.
Cierro el día, caminando lenta por Miguel Servet,
donde de nuevo el arte callejero
me habla de utopía y de sororidad,
de empatía y de camino,
de lucha y de empoderamiento.
 
 
Será que llegan tiempos mejores
y que a pesar de todo,
la vida nos enseña a aprender todo lo que podemos darle.
Todo lo que somos capaces de superar sin saber que podíamos.
Podemos, claro que podemos,
a pesar del cansancio,
sigamos luchando.
!!1Gracias por este regalo de AUTOCUIDADO, de MADRID al CIELO ¡¡¡

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