Cerró sus ojos, alrededor de su frente giraban como en una noria todos sus miedos y sus indecisiones.
Dudaba por todo, por todos, por toda la escalada de sucedidos que habían marcado su día a día aquella tremenda semana de agosto en la que no fue capaz de acoger en su regazo ni una sola pizca de felicidad.
La ventana estaba abierta, a pesar de que el verano en Madrid es absolutamente insoportable, entraba una brisa cálida que acariciaba su piel sudorosa.
Parecía que la vida no le daba un respiro...y de pronto, quedó profundamente dormido.
Al despertar, se contó a si mismo el sueño poderoso que el viento le trajo: Todo llega, todo fluye...ten paciencia, espera, sonría, siente, vive...Nada pasa casualmente, todo tiene un sentido. En el sueño, le hablaba un viejo iindígena de aquellos que salían en las películas del oeste, cuando niño. Un gran jefe indio. Sería que querían transmitirle un mensaje?. Fuera de posibles brotes paranoicos, se incorporó: la colcha estaba sobre el sofá, no bajo su cuerpo. La vida solo me dijo "espera", "aguarda, todo llega".
Salió a la calle, el sol ya había caído y una torrida noche de verano amenazaba con instalarse con todos sus grados por delante. Se cruza con alguien en la escalera y lejos de saludarlo formalmente, toma sus manos y le susurra al oido: AÚN ESTAMOS A TIEMPO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario