Como una manta empadada
caia la lluvia en la mañana.
Resuelta, fugaz,
el agua calaba
cada uno de los elementos
que iba encontrando en su camino.
Ni más ni menos.
Todo un fluir de vida
impregnando la ciudad
de humedad y gotas
locas que encendian mi inspiración.
Calada hasta los bordes
del aroma a tierra mojada
y cansada,
muy cansada,
me envolví en su rastro
llegando a mi centro
encontrandome cómoda allí.
La inspiración volvía
conspirando para que siga sintiendo
que mi mayor arma para la vida
seguirá siendo la palabra.
Seductora lluvia,
cómo me atrapas.
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