Al final
nos conformamos
con dejarnos fluir
en un abrazo,
con querernos
de forma desinteresada,
inadecuada,
a raudales.
Al final nos encontramos
y aunque parecía que era tarde,
la noche se nos echó encima
con su manto inacabable
y volvieron tus ventiscas,
tus arranques
y mis brisas.
Y regresó el arrebato único
que nos hace sentirnos
tan pequeños de pronto
y de repente tan grandes.
Y volvieron los susurros
al oido de la memoria escondida
en lo más interno que poseemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario