viernes, 21 de junio de 2019

SOLSTICIO DE VERANO, TIEMPO DE BENDICIONES

Bendita sea la vida,
esa que me arranca furiosa una carcajada de mujer de ojos grandes,
como en los cuentos de Mastreta.

 
Esa que me sugiere un abrazo,
solo por el hecho de sentir la voz de la persona a la que amamos.
Esa que me arrebata del alma un suspiro sin saber a cuento de qué o de quién.
Bendita sea la vida,
con sus circunstancias, sus silencios, sus anhelos,
sus dificultades, sus cuesta arriba
y sus caminos livianos y ligeros.
Bendita sea con todo lo que conlleva ESTAR VIVA,
sentir en la piel cada una de las emociones que narran mi vida,
saberme dichosa por estar aquí y ahora
y AGRADECER siempre el amanecer cotidiano.
Bendita sea porque es maravilloso respirar, soñar, soltar, vibrar,
bailar, danzar, sentir, fluir, disfrutar, llorar, preguntarse, interrogarse,
decidir, equivocarse, caernos y volver a andar.
Que bonita la vida, la danza de la vida.
Esa que no nos deja pasar desapercibidos por este mundo.

Esa danza bendita que nos acompaña en cada uno de los movimientos del cuerpo y del alma.
Esa que nos acaricia por dentro como si nos abanicara en un día de bochorno.
Que maravilloso estar viva.
Bendito este SOLSTICIO que, para mí, es de nuevo un fluir, un encontrarme.
Todos los solsticios me traen algo nuevo, algo bueno a mi vida.
No me cabe duda de que también este 2019 lo hará.
Abierta a todo,
poniéndome en paz con todo lo vivido
y agradeciendo LO COTIDIANO,
ojalá y el comienzo del verano y el mar,
que me trae y me lleva, me traiga calma y luz,
fuerza y furia, ganas de luchar y empoderamiento.
Bendita sea la vida y toda la gente que hoy, 21 junio,
forma parte de mi piel

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