Sin duda alguna,
hemos vuelto a las rutinas.
Esta vez con más ahinco,
con más relajo,
con más consciencia
de que cada instante vivido es un regalo de la vida.
No me quiero poner nostálgica
pero que verano hemos vivido
tan intenso,
tan gozoso,
tan en libertad y en danza.
Seguir danzando la vida,
sin dudar siquiera de que nada pasa por casualidad.
De que todo en este momento
tiene un sentido, su sentido,
por mucho que nos duela a veces,
por mucho que nos lleve al cielo todas las demás.
Abrir el corazón al universo
y dejar fluir esa luna que nos guia los pasos
y que a punto está ya de estallar.
Así arrancamos este Arte
en el nuevo septiembre
en el que, sin duda alguna,
algo en mí ha cambiado.
Festejando la vida
me hallo.
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