Tiempo de barbecho,
reflexiones nuevas cociendo a gusto y con calma en mis manos,
regusteando el sabor
y relamiéndose de lo bueno y hermoso vivido en estos meses.
Que fortuna la mía,
cruzarme contigo,
estar a tu vera,
sentirte siempre cerca.
Siempre y en todo momento.
Tiempo de barbecho,
para pensar,
para abrir y para cerrar,
para sentir y soñar,
para conseguir y quedarme a medias
y no sufrir por no alcanzar la meta.
Lo importante: el viaje,
lo valioso de la vida,
el instante que vivimos.
Que fortuna la mía
habernos cruzado en este tiempo hermoso
que aún disfruto y siento,
gozándolo y sintiéndome tan tan fuerte,
tan tan viva,
tan tan querida.
Que fortuna la mía,
ser una misma y poder volar
hacia donde quiera llevarme el viento
y las mareas que mueve y remueve la luna de agosto
que aún conservo en mi retina como un regalo
único y exclusivo para mí.
Tiempo de barbecho,
sintiéndolo,
vibrándolo,
gozándolo.
Disfrutona como ninguna,
abro las compuertas de la presa
a nuevas olas que me llenen,
que me lleven,
que me naveguen dentro y fuera.
Tiempo de apertura,
tiempo de disfrute.
En ruta: somos instantes.