"Camino a rastras entre el ruido y la suciedad,
No escucho las voces que me dicen a dónde dirigirme
ni hacia donde avanzar.
Sé que la salida aparecerá y que todo esto pasará..."
Con la vida a rastras. Sin confiar en que algo bueno ha de llegar.
Dejándose llevar por el pesimismo aunque fluyendo y confiando a la vez, sabiendo que "todo esto pasará".
Cada día, cada vida, cada latir es único e irrepetible.
Lo que oímos, sentimos, lo que nos emociona...siempre nos repercute en todo lo que somos, resuena en nuestro interior como un eco, como el repique de una campana.
Escucho discursos horribles a mi alrededor y también yo intento no oír esas voces:
voces que hablan de racismo, xenofobia, intolerancia, imbecilidad en definitiva. Y no por imbéciles sino por inhumanidad.
Escuchar que las personas migrantes llegan a "nuestro país" a vivir del cuento, a pedir ayudas, a impedir que las personas mayores tengan pensión, que un menor no acompañado cuesta x mientras que la Familia real si que cuesta más de 40.000 euros (solo el rey, la reina y las dos infantitas)...
Escuchar que hay que votar a la ultraderecha, me empieza a generar una hipoacusia selectiva y una miopía magna, casi que voy perdiendo vista como en Ensayo sobre la ceguera.
Qué duro no poder expresarse y qué fuerte escuchar todo ese discurso si te afecta y te toca de cerca.
Dice Ayuso que hay ciudadanos mantenidos, que hacen fila en las colas del hambre.
A quienes la votan y votarán, me gustaría preguntarles si se han preguntado cómo va a generar inclusión social con esos comentarios sobre las personas en exclusión social.
En fin. Habrá que seguir confiando que OTRO MUNDO ES POSIBLE,
que como Galeano decía, la UTOPIA ESTÁ EN EL HORIZONTE,
y hay que seguir caminando.